JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN [1765-1815] Caudillo insurgente




JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN
[1765-1815]
Caudillo insurgente

Nació el 8 de septiembre de 1765 en Valladolid, Michoacán, ciudad que después de su muerte habría de llamarse Morelia, en su honor. Su padre, don Manuel Morelos, ejerció el oficio de carpintero, primero en Valladolid y luego en San Luis Potosí; su madre, doña Juana Pavón, era hija e un maestro de escuela. Morelos sufrió durante su niñez numerosas privaciones, y en su juventud tuvo que trabajar muy duro para ganarse la vida, hasta que se empleó como arriero de una recua de su tío Felipe Morelos, que trajinaba entre la ciudad de México y el puerto de Acapulco.
Como quería ser sacerdote, a los 30 años de edad entró a estudiar al Colegio de San Nicolás de Valladolid, cuando Hidalgo era rector del mismo. Se ordenó sacerdote en 1799, y ocupó sucesivamente los curatos de Churumuco y La Huacana, recibiendo después el nombramiento de cura propietario y juez eclesiástico de Necupétaro y e su agregado, Carácuaro. Allí trabajó personalmente, pues carecía e dinero para pagar peones, en la obra de edificar su iglesia. Era un pobre cura de aldea que, falto de medios para vivir, y de relaciones que lo hicieran ascender, no tenía más porvenir que el de seguir sirviendo los curatos más olvidados.
En 1810, después de que estalló el movimiento de Independencia, Hidalgo pasó con su ejército triunfante por Indaparapeo, pasando desde Valladolid rumbo a la ciudad de México. Morelos lo abordó y le ofreció sus servicios para la causa; Hidalgo reconoció a su antiguo alumno de San Nicolás; pidió recado de escribir a su secretario, y entregó a aquel cura de pueblo un papel, mientras le decía: "Seréis mejor general que capellán; ahí tenéis vuestro nombramiento". El papel decía: "Por el presente comisiono en toda forma a mi lugarteniente, el brigadier don José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en las costas del Sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones verbales que le he comunicado".
Las instrucciones verbales se referían al ataque de la plaza de Acapulco y a la organización del gobierno en los pueblos que fuera tomando. Morelos no pidió a Hidalgo ni armas ni dinero; enteramente solo se marchó a hacer su revolución, y la hizo mejor que nadie. Por el rumbo de lo que hoy es el Estado de Guerrero, reunió, en diciembre de 1810, 25 hombres mal armados, entre los antiguos compañeros de arriería, y se lanzó a la lucha armada. No volvería a ver ni una sola vez más a Hidalgo; pero siempre fue respetuoso de su mando, y cuando el Padre de la Patria murió, siguió respetando a quienes quedaron como cabezas visibles del movimiento.
Pronto fue aumentando el contingente de su ejército y en Tecpan, ahora llamado de Galeana, se le unieron los hermanos Galeana, que le fueron muy útiles, pues reclutaron una gran cantidad de gente y pusieron sus bienes al servicio de la causa. Su primera resonante victoria sobre los realistas, la obtuvo Morelos en El Veladero, en diciembre de 1810, en donde se apoderó e 800 prisioneros, 700 fusiles, cinco cañones y gran cantidad de víveres y dinero. A fines de 1810 se le unieron don Leonardo y don Nicolás Bravo, en Chilpancingo, los que también le fueron muy útiles.
Sus hechos heroicos de valor temerario llenan muchas y muy brillantes páginas de la guerra e Independencia de México, pero la mejor de toas es la epopeya que vivió en el sitio de Cuautla, ciudad en la que su ejército resistió los embates e todo el virreinato durante 72 días, del 18 de febrero al 2 de mayo de 1812; ese sitio le Costó al virrey dos millones de pesos y gran pérdida de vidas humanas, sin que lograra acabar con Morelos. Éste ocupó el 20 e agosto de 1813 el puerto de Acapulco, cumpliendo con la única orden que le diera Hidalgo en 1810.
Cumplida tal orden, Morelos dejó de luchar y se convirtió en estadista, instalando el 13 de septiembre de 1813 el Congreso de Chilpancingo, donde dio la doctrina de la Independencia y se mostró como americanista. El 5 de noviembre e 1815 perdió su última batalla contra el jefe realista Concha, siendo aprehendido por el teniente Matías Carranco, quien lo remitió encadenado a México. Fue fusilado el 22 de diciembre de ese año, en San Cristóbal Ecatepec, después de estar prisionero.

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